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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Con los ojos cerrados

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  Un cuento de Reinaldo Arenas     A usted sí se lo voy a decir, porque sé que si se lo cuento a usted no se me va a reír en la cara ni me va a regañar. Pero a mi madre no. A mamá no le diré nada, porque de hacerlo no dejaría de pelearme y de regañarme. Y, aunque es casi seguro que ella tendría la razón, no quiero oír ningún consejo ni advertencia.  Por eso. Porque sé que usted no me va a decir nada, se lo digo todo. Ya que solamente tengo ocho años voy todos los días a la escuela. Y aquí empieza la tragedia, pues debo levantarme bien temprano -cuando el pimeo que me regaló la tía Grande Ángela sólo ha dado dos voces -porque la escuela está bastante lejos.  A eso de las seis de la mañana empieza mamá a pelearme para que me levante y ya a las siete estoy sentado en la cama y estrujándome los ojos. Entonces todo lo tengo que hacer corriendo: ponerme la ropa corriendo, llegar corriendo hasta la escuela y entrar corriendo en la fila pues ya han tocado el timbre y la maestra está parada

El sabio que tomó el poder

Un cuento de Augusto Monterroso Un día, hace muchos años, el Mono advirtió que entre todos los animales era él quien contaba con la descendencia más inteligente, o sea el hombre. Animado por esta revelación empezó a estudiar un gran lote de libros arrumbados desde antiguo en su casa y, a medida que aprendía, a conducirse como ser importante frente a las situaciones más comunes. Fue tal su empeño que en poco tiempo hizo enormes progresos, aconsejado por la Zorra en política y en saber por el Búho y la Serpiente. De esta manera, ante el asombro de los inocentes, pronto inició su ascenso a la cumbre, hasta que llegó el día en que amigos y enemigos lo saludaron secretario del León. Sin embargo, durante un insomnio (en los que había caído desde que sabía que sabía tanto), el Mono hizo aún otro descubrimiento sensacional: la injusticia de que el León, que contaba únicamente con su fuerza y el miedo de los demás, fuera su jefe; y él, que si quisiera, según leyó no recordaba dónde, con un po

Amores temerosos

Un cuento de Ana Cuevas Unamuno Ese hombre mira casi sin ver. Parece perdido, fantasmal. Un pie amaga el paso mientras el otro ha echado raíces cada vez más profundas. Tiene el torso curvo y una mueca indescifrable en la boca. Su gesto intenta el abrazo, su expresión aleja, expresa miedo. Esa mujer camina como corriendo, casi atropella. Escupe carcajadas sin calor, y palabras que desdicen a su alma. No sabe si va o si se queda. Detrás el telón, delante las luces, ella en el marco intenta representar el acto de vivir. Teme hacerlo. Una la mira y siente pena, la misma, o casi la misma que corre en lágrimas secas por su mejillas rojas de maquillaje. La espalda recta, los ojos fijos adelante, Vaya a saber una dónde tiene realmente la mirada. Me han dicho que ellos se amaron. Se amaron tanto que no lo soportaron, y se fueron comiendo el uno al otro, día a día, mordisco a mordisco....Quizás aún se ama y sus restos que temen no sobrevivir, se alejan colocando espacios infinitos. Cada uno ya

La víspera de todos los santos

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Leyenda  Celta "A través de los tiempos de madres a hijos nos llegan viejas narraciones de costumbres" Érase una vez un buen hombre llamado Hugh King, que en la Víspera de Todos los Santos, se quedó a pescar hasta tarde, refugiado en sus melancolías y en sus amores. Era de mente volátil y solo pensaba en Hadas y Príncipes mientras esperaba vanamente que picaran los peces a su caña. Y de pronto vió un gran numero de luces que danzaban y una gran multitud de personas que pasaban apresuradamente alrededor suyo con cestas y bolsas, riendo y cantando. -Se os ve alegres -dijo Hugh King- ¿A donde vais? - Vamos a la Feria- contestó un hombrecillo que lucia en su cabeza un tricornio adornado con una banda de oro, Ven con nosotros y disfrutaras de la mejor comida y bebida que nunca has comido y bebido. El buen hombre se animó y les acompañó y una mujer le dio a llevar su cesta. Y los acompañó hasta llegar a la Feria, en un sitio oculto en el bosque. Allí la gente cantaba, bailaba