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Mostrando entradas de mayo, 2012

EL AMOR,

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un cuento de Eduardo Galeano inspirado en la tradición oral de los Cashinahua               Gerda Saliger/CashinahuaPeru   En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas. —¿Te han cortado? —preguntó el hombre. —No —dijo ella—. Siempre he sido así. Él la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo: —No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y descansa. Ella obedeció. Con paciencia tragó los mejunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía: —No te preocupes. El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca. Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba: —¡Lo encontré! ¡Lo encontré! Acababa de ver

Cuento: Amor: El río Almendares, ahora en su edad madura, tiene 12 millones de años

  Calvert Casey (Cuba) Todo el furor, la sorda ira contra mí y contra ella, se apagaron mucho antes de que el ómnibus llegara al puente, donde me esperaba, incluso mucho antes de que los primeros edificios de La Habana dejaran ver su monótono perfil brillando bajo ese sol terrible que no nos abandona nunca. Recuerdo mal en qué momento se produjo el incidente. Ojalá se repitiera. Ojalá se repitiera muchas veces. Vi desaparecer la dureza en los rostros de los pocos que presenciamos la escena, cambiarse el letargo de los largos viajes por una inquietud molesta, una zozobra que los hizo mirar, mudar de posición en sus asientos, sonreír alterados, quizás avergonzados. Yo iba de pie en la plataforma, oí voces, miré y vi a la anciana besar y acariciar, sacudida por el llanto, la mano de un hombre que le ofrecía un cigarro. No pude saber si el hombre le ofreció el cigarro para calmarla, o si ella le pidió el cigarro y rompió en un llanto convulso y contenido, con grandes suspiros, agarrándole

Contar el cuento

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      Sí te cuento. Te cuento un cuento que me han contado que le contaron aquellos que oyeron como contaba algún cuentero que ya traía en su memoria cuentos contados y recontados de otros tiempos Y dice el cuento En el comienzo fue el Silencio. De su bostezo nació el sonido que por su aliento se fue enredando hasta armar palabras y con ellas cuentos. Cuentos como este cuento que hoy te cuento. © Ana Cuevas Unamuno   Etiquetas de Technorati: Contar el cuento , Cuento , Ana Cuevas Unamuno

Muere el Escritor Carlos Fuentes

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Otro grande de la Literatura que parte a contar sus historias en otra dimensión. La noticia dice: Personalidades del mundo de la política y la cultura acudieron a dar el pésame a la familia del escritor Carlos Fuentes CIUDAD DE MÉXICO, México, mayo 15, 2012 Grandes personalidades del mundo de la cultura llegaron a la casa del maestro Carlos Fuentes, en la colonia San Jerónimo Lídice, para despedirlo y expresarle sus condolencias a sus familiares. A las 9:20 de la noche, llegó el Presidente Felipe Calderón, acompañado de su esposa, la señora Margarita Zavala. El Presidente externó sus condolencias a la señora Silvia Lemus, esposa del maestro Carlos Fuentes, y a sus familiares. Luego de 30 minutos, el Presidente habló de la importancia del fallecimiento de uno de los más grandes literatos de nuestro país: "Lamento profundamente la muerte de Carlos Fuentes, un mexicano excepcional, un mexicano universal, uno de los más grandes de nuestro tiempo, estoy seguro que su obra va a

Eduardo Galeano

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Amo a este hombre maravilloso! Esta entrevista es un placer que vale la pena compartir Disfruten Y un cuento que me parece bellísimo El diagnóstico y la terapeuta El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras nos delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces. El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo. Eduardo

La pena de Kasi

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Kasi miró alrededor. Rugía el bosque. Nunca lo había oído rugir. ¿Y los pájaros? ¿Por qué se iban? Un animal desconocido avanzaba derribando todo a su paso y escupiendo vientos que hacían toser y doler el cuerpo. El sol venía detrás entrometiéndose en rincones dónde nunca había estado. Kasi estaba triste, no sabía por qué. Kasi se hizo vieja cuando supo dónde nacía su pena. A los ocho años, Kasi, arrugada y triste, desapareció junto con su selva. Dicen que hoy vuela con alas de luto por el paisaje mutilado y seco, lanzando su grito de furia y su hambre de vida. ©Ana Cuevas Unamuno Etiquetas de Technorati: La pena de Kasi , Microcuento , Ana Cuevas Unamuno

FINAL DE TIEMPO

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Abrió la puerta y decidió pintar la casa. Las paredes conservaban nítidas las marcas de las manos, los raspones, el roce de las nucas. Blanco, ahora podría pintar todo de blanco y cambiar las cortinas, y poner la alfombra tejida a mano que guardó por años, para que no la arruinasen con los pies sucios de la calle. Tiraría todo lo que no le sirviera, incluso tiraría lo que no hubiese usado en el último año, pero antes acomodaría las fotos. Quizás rompería algunas, o todas. Dejó el tapado sobre la silla y fue a la cocina. Mientras calentaba el agua para un té miró a su alrededor estrenando un silencio que la hizo estremecer. No podía, no quería detenerse en el silencio, ni en las ausencias, menos en los recuerdos. Los recuerdos también los tiraría para que no le entorpecieran el presente. ¡El teléfono!. Tenía que desenchufar el teléfono, y el timbre, también el timbre. Anochecía, a tientas preparó el té y buscó velas. No encendería las luces, prefería ver a medias, tenuemente, para pod

CUENTOS RECONTADOS

HISTORIA ANÓNIMA En la ciudad de México, una maestra al dar su clase relacionada con la lectura, recordó que cuando ella era pequeña, allá en su pueblo donde nació, su abuelo -que por cierto ya había fallecido hace algunos años- tenía un libro de cuentos que le leía a sus nietos por algunas tardes, después de las jornadas de trabajo en el campo. Evocó aquellos momentos placenteros en los que escuchaba historias tan interesantes en la voz grave y cálida de su abuelito, y entonces decidió que en las próximas vacaciones iría a casa de su abuela por el libro de hermosas historias y las compartiría con sus alumnos.  Así lo hizo, visitó la casa de la abuela y le dijo -abuelita ¿se acuerda de aquel libro de cuentos que nos leía mi abuelito cuando éramos chiquitos? A lo que la abuela contestaba -¿libro de cuentos?, ¿cuál?  -Aquel libro grueso de cuentos tan bonitos que nos leía en algunas tardes a todos su nietos, ¡acuérdese abuelita! Tal vez esté en el ropero donde guarda las cosas del abuel

Falleció hoy el dibujante argentino Caloi

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Fue el creador del famoso personaje Clemente. Tenía 63 años. Carlos Loiseau , famoso por su sobrenombre Caloi, murió luego de luchar contra el cáncer. Había nacido en Salta, el 9 de noviembre de 1948. El reconocido dibujante e historietista argentino fue el creador del querido personaje Clemente . Sus primeros trabajos como profesional los publicó en la revista Tía Vicenta en 1966. Un año después, el dibujante se sumó a una serie llamada " Artista, Flor, Ejecutivo " en María Belén. En 1970 realizó un cortometraje de dibujos: Las Invasiones Inglesas. En 1973 apareció la tira de Clemente en la página de humor en el diario Clarín. En 2004, Caloi fue declarado "Personalidad destacada de la cultura" y su personaje de historietas más famoso fue nombrado "Patrimonio cultural de la ciudad" , por la Legislatura de la Ciudad. También, fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. Su dibujo y creatividad también pasó por la revista El Gráfico. " De

El suicida

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Un cuento de Enrique Anderson Imbert (Argentina) Maravillosa imagen de Alek Lindus Al pie de la Biblia abierta -donde estaba señalado en rojo el versículo que lo explicaría todo- alineó las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Después bebió el veneno y se acostó. Nada. A la hora se levantó y miró el frasco. Sí, era el veneno. ¡Estaba tan seguro! Recargó la dosis y bebió otro vaso. Se acostó de nuevo. Otra hora. No moría. Entonces disparó su revólver contra la sien. ¿Qué broma era ésa? Alguien -¿pero quién, cuándo?- alguien le había cambiado el veneno por agua, las balas por cartuchos de fogueo. Disparó contra la sien las otras cuatro balas. Inútil. Cerró la Biblia, recogió las cartas y salió del cuarto en momentos en que el dueño del hotel, mucamos y curiosos acudían alarmados por el estruendo de los cinco estampidos. Al llegar a su casa se encontró con su mujer envenenada y con sus cinco hijos en el suelo, cada uno con un balazo en la sien. Tomó la cuchilla de la cocina, se d