Entradas

Mostrando entradas de enero, 2012

El negro

ROSA MONTERO 17/05/2005 Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comi

Cuento: Hijo solo

Imagen
Un cuento de José María Arguedas- (1957)   Hoy es el aniversario de este magnífico escritor y en homenaje les comparto una de sus historias- Llegaban por bandadas las torcazas a la hacienda y el ruido de sus alas azotaba el techo de calamina. En cambio las calandrias llegaban solas, exhibiendo sus alas; se posaban lentamente sobre los lúcumos, en las más altas ramas, y cantaban. A esa hora descansaba un rato, Singu, el pequeño sirviente de la hacienda. Subía a la piedra amarilla que había frente a la puerta falsa de la casa; y miraba la quebrada, el espectáculo del río al anochecer. Veía pasar las aves que venían del sur hacia la huerta de árboles frutales. La velocidad de las palomas le oprimía el corazón; en cambio, el vuelo de las calandrias se retrataba en su alma, vivamente, lo regocijaba. Los otros pájaros comunes no le atraían. Las calandrias cantaban cerca, en los árboles próximos. A ratos, desde el fondo del bosque, llegaba la luz tibia de las palomas. Creía Singu que de

Alonso Cueto, Mi biblioteca personal.

Imagen
Artículo del novelista peruano y profesor universitario Alonso Cueto, un cálido y personal homenaje a los libros y a la lectura. Mi biblioteca personal Uno lee un libro y su vida puede cambiar para siempre. El territorio de la ficción que fabuló un escritor se convierte para nosotros en un lugar sólido, con cuerpos y rostros, aromas y sonidos, emociones y actos decisivos. El mundo se aparece como más complejo e intenso, los seres humanos resultan más diversos y atractivos. Los lectores nos convertimos en portadores de algunas de las palabras, de las imágenes de ese libro, y con ellos seguimos viviendo siempre. Cada uno de nosotros es, en otras palabras, el resultado de los libros que ha leído y conserva en la memoria. Nuestra biblioteca es nuestra memoria. Gracias a esa memoria, podemos vivir de un modo más pleno, me atrevo a decir que más seguro y feliz. Hay algunas frases que se quedan con nosotros para siempre, que forman parte de nuestro modo de lidiar con la vida. No recordamos

Microcuento:El sabio que tomó el poder

Imagen
  un microcuento de Augusto Monterroso Un día, hace muchos años, el Mono advirtió que entre todos los animales era él quien contaba con la descendencia más inteligente, o sea el hombre. Animado por esta revelación empezó a estudiar un gran lote de libros arrumbados desde antiguo en su casa y, a medida que aprendía, a conducirse como ser importante frente a las situaciones más comunes. Fue tal su empeño que en poco tiempo hizo enormes progresos, aconsejado por la Zorra en política y en saber por el Búho y la Serpiente. De esta manera, ante el asombro de los inocentes, pronto inició su ascenso a la cumbre, hasta que llegó el día en que amigos y enemigos lo saludaron secretario del León. Sin embargo, durante un insomnio (en los que había caído desde que sabía que sabía tanto), el Mono hizo aún otro descubrimiento sensacional: la injusticia de que el León, que contaba únicamente con su fuerza y el miedo de los demás, fuera su jefe; y él, que si quisiera, según leyó no recordaba dónde, c

Poema: SINFONÍA DE CUNA

Imagen
Nicanor Parra. Una vez andando Por un parque inglés Con un angelorum Sin querer me hallé.   Buenos días, dijo, Yo le contesté, Él en castellano, Pero yo en francés.   Dites moi, don angel. Comment va monsieur.   Él me dio la mano, Yo le tomé el pie ¡Hay que ver, señores, Cómo un ángel es!   Fatuo como el cisne, Frío como un riel, Gordo como un pavo, Feo como usted.   Susto me dio un poco Pero no arranqué. Le busqué las plumas, Plumas encontré, Duras como el duro Cascarón de un pez.   ¡Buenas con que hubiera Sido Lucifer!   Se enojó conmigo, Me tiró un revés Con su espada de oro, Yo me le agaché.   Ángel más absurdo Non volveré a ver. Muerto de la risa Dije good bye sir, Siga su camino, Que le vaya bien, Que la pise el auto, Que la mate el tren. Ya se acabó el cuento, Uno, dos y tres. Etiquetas de Technorati: Nicanor Parra , SINFONÍA DE CUNA , Poema

LA CABEZA – Leyenda del África negra

Imagen
  Recopilada por Ernesto Rodríguez Abad (escritor y narrador oral canario)     En el Norte de África vivió un pescador al que le gustaba mucho pasear por la arena. Solía pasar las horas del atardecer mirando al sol ocultarse y contemplando cómo las olas se enredaban con la arena y los musgos. Así acababa los días aquel pobre pescador del Norte de África. No era como los otros compañeros, que se iban a parlotear e inventar historias y hazañas desmesuradas de faenas contra monstruos marinos y de peces tan grandes como montañas. Una tarde descubrió algo que lo dejó asombrado. Cuando jugaba con los túmulos de musgos de la orilla, al dar una patada, encontró algo extraño. Gritó cuando su pie tropezó con algo duro y vio cómo un cráneo humano salió rodando unos metros. Se acercó para verlo de cerca y comprobó que aquel cráneo había pertenecido a una persona. Se quedó pensativo y extrañado. Lo miró muy cerca y al fin dijo, como quien medita. -¿Eh, cráneo, quién te trajo hasta aquí? El crá