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Mostrando entradas de octubre, 2011

El monstruo del lago

Leyenda Africana   Érase una vez la hija de un poderoso rey. Se llamaba Untombina y era muy valiente. En el país en que ella habitaba existía un lago encantado al que ningún ser humano se acercaba. En el lago vivía un Monstruo que, sin compasión ni piedad, se llevaba al fondo a cuantos se extraviaban por aquella región y a los que equivocadamente intentaban bañarse en las claras aguas del lago. Untombina había oído hablar con frecuencia del Monstruo y también sabía dónde estaba el lago que aquél habitaba. Sucediéronse lluvias torrenciales y muy continuas en todo el país, y las tierras quedaron inundadas; entonces Untombina dijo a sus padres: - Yo quiero ir a ver al Monstruo del lago para preguntarle si podría hacer cesar esta lluvia pertinaz. Pero su padre, el Rey, se lo prohibió, y su madre derramó abundantes lágrimas a la sola idea de lo que pudiese suceder, ya que era terca Untombina, y lo más fácil de suponer era que el Monstruo la devorase. En consecuencia, la muchacha permanec

LA PALOMA Y EL CUERVO

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Jerú caminaba entre los árboles cuando escuchó un pájaro cantar en el claro. Corrió ansioso por verlo, ¡Nunca antes había oído canto más hermoso! Al llegar se detuvo anonadado: allí, frente a él, a orillas de un cristalino lago danzaba una silueta de pájaro humano. Paloma mujer, extraña forma de niña soñadora. Las aguas del lago transparentaban su desnudez de incipiente forma, la niña cantaba sumergida en la inmensidad que la rodeaba. No lo descubrió. Jerú sin poder moverse, se quedó escuchando olvidado del tiempo y de sí mismo, atrapado en la mágica melodía. Ella nadaba en el sonido compartido de su voz y del agua.   —Ha de ser este cansancio el que traza entre sueños tus femeninas y mágicas formas. Mañana despertaré y sabré que fuiste sólo paloma — dijo cerrando los ojos despacio como para guardar en su memoria el contorno de la diosa paloma Al despertar, allí seguía el lago, tiñéndose de bermellones a medida que el sol bostezaba sus últimos reflejos cubriéndose con el manto no

LECCION DE DERECHO

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Cuento costumbrista (Argentino) de Nemesio Trejo   -Güenas tardes, señor. -Muy buenas, ¿qué se les ofrecía? -¿Es aquí el escritorio del doctor Pansa de agua? -Pasalagua, será. -Es lo mesmo, señor. -Yo soy, ¿qué deseaban ustedes? -Dispense, dotor, si le he faltao de entrada. -Está dispensado. -Venía, señor, con esta recomendación de don Pedro pa usté, porque después de cuatro años que la he corrido en yunta [1] con ésta que es mi mujer, me ha empezado á aflojar como caballo manco é la cuerda [2] y no quiere tirar parejo conmigo, empacándoseme á cada rato, sin querer agarrar freno. Yo he visto en un libro que me ha prestao un vecino procurador, -diciéndome que era la lay,- que cuando el marido y la mujer no se avenían en sus pareseres, podían separarse, enderesando cada cual pande mejor le conviniese, repartiéndose los bienes la mitá pa cada uno. Por eso vengo resinao como novillo é matadero á que usté que sabe más que nosotros, porque es dotor, nos arregle esto que se nos ha desarr

El primer vuelo de las luciérnagas

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Leyenda Guaraní (Argentina) Isondú fue el hombre más hermoso entre todos los guaraníes. El más alto, el más fuerte, el más hábil. Había que verlo disparando una flecha, remando en la canoa, bailando en las ceremonias de los payés (médico hechicero). Cuando era chico, no había madre en su tevy ( familia extensa de los guaraníes que configuraba una unidad social y ocupaba una única gran vivienda) que, al verlo reírse, no le hiciera una caricia y, cuando le llegó la hora del tembetá ( amuleto guaraní que llevaban los hombres adultos. Consistía en un palito en forma de T que atravesaba el mentón) ya había muchas indiecitas que querían casarse con él. A todas les gustaban sus manos diestras, su mirada penetrante y su perfume a madera. Junto con el amor que despertó en tantas muchachas, se despertó también la envidia de los hombres. Los que habían jugado con él sobre las hojas de palmera y más tarde en los claros o en el río ahora le tenían rabia. Por eso prepararon la emboscada . A I

Canción perdida en Buenos Aires al Oeste.

Una historia de María Rosa Lojo. MIGUEL “Las raposas tienen guaridas, y las aves del cielo nidos, más el Hijo del Hombre no tiene donde reposar su cabeza” (Lucas, 9, 58; Mateo, 8, 19) “No sé por qué, por qué ni cómo me perdono la vida cada día” (Miguel Hernández, “Me sobra el corazón”) Me despertó la luz alta del sol. A un costado palpé la cama vacía; del otro lado estaban los libros sobre el piso, la taza de café de la noche anterior, el disco ya viejísimo de los Beatles (Candida, sweet Candida, my love), la ventana de repisa polvorienta, el miedo. Aún había silencio y no quise respirar para interrumpirlo, como en el fondo de una cueva donde no pueden entrar ni el día ni la noche, en la profunda paz que sólo conocen los astros eternamente suspendidos sobre un mundo en ruinas. Pero duró lo que dura un resplandor solar en un rostro que pasa por una calle claroscura de árboles, y cuando abrí los ojos allí estaban otra vez las cosas, las terribles cosas cargadas, llenas de odio y

¡No me neutralicen!

  Últimamente estoy preocupada, mis nietos me hablan y me pregunto qué raíces los sostienen, porque no son por cierto aquellas que conozco en las que un niño era un niño y no un pequeño y la vida iba de vos y no de tú. Coño y joder son maravillosas palabras para quien tiene costumbre de hablar en lengua hispana, pero se traban en la lengua argentina que más tiende a carajos, ufas y mierda… No es propio de mi oído escuchar mírame en vez de mirame, ni alcánzame el balón en vez de dame la pelota. Las pobres criaturas por su parte bastante difícil la tienen aprendiendo doble lengua: la del barrio y la de la tele. Claro que nada es inocente. Cuando yo era chica los dibujitos tenían voces más autóctonas, ahora, será por esto de ahorrar y uniformar, las voces neutras llevan la delantera y de tan neutras una termina no sabiendo si pertenecen a algún punto del continente o a las profundidades oceánicas de ese poder sutil y terrible, siempre invisible, inasible y de objetivos claros, entre ellos