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Mostrando entradas de junio, 2011

El diagnóstico y la terapeuta

Un cuento de Eduardo Galeano El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras nos delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces. El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo. Etiquetas de Technorati: El diagnóstico y la terapeuta , Eduardo Galeano

Los funámbulos

Un cuento de Silvina Ocampo   Vivían en la obscuridad de corredores fríos donde se establecen co­rrientes de aire producidas por las plantas de los patios. Tenían al­mas de funámbulos jugando con los arcos en los patios consecutivos de la casa. No sentían esa pasión desesperada de todos los chicos por tirar piedras y por recoger huevos celestes de urraca en los ár­boles. Cipriano y Valerio -Cipriano y Valerio los llamaba sin oírlos la planchadora sorda, que rompía la mesa de planchar con sus gol­pes-. Cipriano y Valerio eran sus hijos, y cada vez se volvían más desconocidos para ella; tenían designios obscuros que habían naci­do en un libro de cuentos de saltimbanquis, regalado por los dueños de casa. Cipriano saltaba a través de los arcos con galope de caballo blanco, y Valerio de vez en cuando hacía equilibrio sobre una silla rota y escondía cuidadosamente su afición por las muñecas. No comprendía por qué los varones no tenían que jugar con muñecas. No había sabido que era una cosa

La palabra más bonita del castellano

Querétaro Ciudad de México La palabra más bonita del castellano ¿Cuál es tu palabra preferida del español? Ni sentimiento, ni gracias, ni flamenco, ni alegría. La palabra más bonita del español ni siquiera viene en el diccionario de la Real Academia. Querétaro , cuatro sílabas que juntas forman un vocablo desconocido para muchos que no es más que el nombre de una ciudad mexicana. Significa "isla de las salamandras azules". Fue propuesta por el actor Gael García Bernal y es la que más votos ha obtenido de entre las más de treinta propuestas que personalidades de habla hispana le hicieron al Instituto Cervantes. Etiquetas de Technorati: Querétaro , La palabra más bonita del castellano

Adiós a un maestro de la literatura infantil

El 11 de junio de 2011 falleció Juan Farias, Juan Farias, el reconocido y premiado autor gallego de literatura infantil y juvenil, ha fallecido el 11 de junio. Su obra y su vida merecen atención. El escritor Juan Farias acaba de fallecer, hoy día 11 de junio. Al sentimiento de orfandad que deja en la literatura infantil y juvenil se sumarán, sin duda, los homenajes. Vaya por delante esta breve semblanza. Datos biográficos Juan Farias Díaz-Noriega nació en Serantes (A Coruña) el 31 de marzo de 1935. Estudió náutica y se embarcó en la Marina Mercante. Dio dos veces la vuelta al mundo y siguió viajando con sus amigos -los que estaban, los que se fueron...-, con los personajes literarios, con sus hijos, con su mujer... Siguiendo con su quehacer literario, Juan Farias escribió guiones para radio y televisión y fue director de la serie "Un personaje, un cuento" que emitió TVE en 1976. Colaboró en el programa "La mansión de los Plaff" y "Crónicas de un pueblo"

Una cinta azul de dos palmos y pico

  Un cuento de Juan Farías (Algunos niños, tres perros y más cosas. Editorial Espasa-Calpe) En aquel pueblo, como en todos los pueblos, había niños ricos y pobres. Uno de los niños ricos cumplió años y le regalaron muchas cosas: un caballo de madera, seis pares de calcetines blancos, una caja de lápices y tres horas diarias para hacer lo que quisiera. Durante los diez primeros minutos el niño rico miró todo con indiferencia. Empleó otros diez minutos en hacer rayas por las paredes. Otros diez en arrancarle una oreja al caballo. Y otros diez en dejar sin minutos las tres horas libres. Esta última maldad fue haciéndola minuto a minuto, despacio, aburrido, por hacer algo sin hacer nada. Al deshacer los paquetes, más aburrido que impaciente, había tirado por la ventana la cinta azul con que venía amarrada la caja de lápices, una cinta como de dos palmos, de un dedo de ancha, de un azul fiesta, brillante. La cinta fue a dar a la calle, a los pies de Juan Lanas, un niño despierto, de ojos

Cuento: Narciso

Un cuento de Jerzy Andrzejewski Una de las leyendas griegas cuenta que un bello joven de nombre Narciso estaba tan enamorado de su hermosura, que un día se ahogó en una fuente, sobre cuyas aguas cristalinas solía inclinarse buscando en ellas su propio reflejo. A su muerte brotó a la orilla del manantial una primera flor, bautizada por la gente con el nombre de narciso. Así dice la leyenda. No obstante lo que en realidad le ocurriera a Narciso es lo siguiente: En cierta ocasión, durante la guerra de Troya, Zeus acompañado de Palas Atenea habían bajado del Olimpo a la Tierra, es decir, habían emprendido un viaje con el fin de llevar a cabo una inspección divina. En su recorrido por el país de los helenos toparon por el camino con Narciso. El agraciado joven se encontraba arrodillado al borde de una laguna silvestre, contemplando con embeleso su rostro reflejado en el diáfano espejo de las aguas. —¿Cómo estás, Narciso? —dijo el padre de los dioses. Narciso se levantó rápidamente y

Leyenda: LA LAMIA ENAMORADA (Orozko, Bizkaia)

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LEYENDAS DE EUSKAL HERRIA Estos hermosos genios que son las lamias peinan sus largos cabellos rubios con un peine de oro a las orillas de los ríos o fuentes de las montañas y enamoran a los pastores que tienen la fortuna, o la desgracia, de contemplarlas. Son siempre amores desgraciados e imposibles. En Euskal Herria existen numerosos vestigios del paso de las lamias, cuya existencia estaba muy arraigada en la creencia popular; de ahí que se dijese: “direnik ez da sinistu behar; ez direnik ez da esan behar” (no hay que creer que existan; no hay que decir que no existen). J. M. de Barandiaran recoge los siguientes topónimos (casi todos en Bizkaia): Laminategi (Mutriku), Lamikiz (Markina), Lamindau (Dima), Laminerreka (Zeberio), Laminapotzu (Zeanuri), Laminarrieta (Bedia), Laminazulo (Anboto), Laminaran (Mundaka), Lamiako (Leioa). La siguiente leyenda fue recogida tanto por J. M. de Barandiaran como por R. Mª de Azkue, y es una de las más hermosas que existen.   dibujo de Juan Luis La

Cuento: Punto final

Un cuento de Cristina Peri Rossi   Cuando nos conocimos, ella me dijo: «Te doy el punto final. Es un punto muy valioso, no lo pierdas. Consérvalo, para usarlo en el momento oportuno. Es lo mejor que puedo darte y lo hago porque me mereces confianza. Espero que no me defraudes». Durante mucho tiempo, tuve el punto final en el bolsillo. Mezclado con las monedas, las briznas de tabaco y los fósforos, se ensuciaba un poco; además, éramos tan felices que pensé que nunca habría de usarlo. Entonces compré un estuche seguro y allí lo guardé. Los días transcurrían venturosos, al abrigo de la desilusión y del tedio. Por la mañana nos despertábamos alegres, dichosos de estar juntos; cada jornada se abría como un vasto mundo desconocido, lleno de sorpresas a descubrir. Las cosas familiares dejaron de serlo, recobraron la perdida frescura, y otras, como los parques y los lagos, se volvieron acogedoras, maternales. Recorríamos las calles observando cosas que los demás no veían y los aromas, los co

Cuento:Teoría de Lola

Un cuento de Francisco Umbral   (España) En la mañana neutra, en el hogar bombardeado de silencio y dudas matinales, entre la hoguera blanca del lecho y el farallón triste de los libros, el cuerpo desnudo de Lola, como una organización de manzanas, como un sistema femenino conseguido mediante la programación coherente de una cosecha, con músculos como melocotones dóciles al movimiento del brazo, de la pierna. Lola va, viene, se hace café, entra en la cocina, sale de la cocina, abre el grifo del baño, cierra el grifo del baño, se prepara una ducha, se prepara una tostada, enciende un cigarrillo, lo fuma con amargura, no se lo quita de la boca porque tiene las manos ocupadas, guiña un ojo por el humo, y en el ojo guiñado se le concentra una porción de noche, de sueño, de mal sueño (mucho whisky anoche, y me acosté muy tarde, qué cabronada). Antes o después del café, mientras el gas arde en la cocina como una llama en el bosque o un espíritu en la nada, el Che mira desde su póster el des

UN HECHO CURIOSO

Un cuento de Roberto Fontanarrosa (Argentina) El Colorado había sugerido comer en Santa Fe pero no le habían dado bola. Los demás dijeron que tenían que aprovechar a rajar cuanto antes, antes de que la ruta fuera un kilombo y que a eso de las doce podían estar en Rosario y comer allí. Después de todo, por la autopista, en dos horas estaban de vuelta. La noche, además, era muy linda e incluso, tiempo después todos recordaban que Pepe, ya en el auto, había dicho que era perfecta para que apareciera algún plato volador. También se acordaban de que Pepe, hasta ese momento silencioso y pensativo en el asiento de atrás, había agregado, como preguntándose a sí mismo: "¿Tendrán un once?". Habían ido a cancha de Unión a ver a Central contra los tatengues y se había perdido dos a cero dando lástima. Y la carencia de un puntero izquierdo lo tenía mal al Pepe. Lo cierto es que se largaron a la ruta sin siquiera tomar un liso en Santa Fe, tratando de primerear al resto de la sufrida hi

UNA BROMA DEL MAESTRO

Cuento popular de la India Había en un pueblo de la India un hombre de gran santidad. A los aldeanos les parecía una persona notable a la vez que extravagante. La verdad es que ese hombre les llamaba la atención al mismo tiempo que los confundía. El caso es que le pidieron que les predicase. El hombre, que siempre estaba en disponibilidad para los demás, no dudó en aceptar. El día señalado para la prédica, no obstante, tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era sincera y de que debían recibir una lección. Llegó el momento de la charla y todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en pasar un buen rato a su costa. El maestro se presentó ante ellos. Tras una breve pausa de silencio, preguntó: --Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros? --No -contestaron. --En ese caso -dijo-, no voy a decirles nada. Son tan ignorantes que de nada podría hablarles que mereciera la pena. En tanto no sepan de qué voy a hablarles, no les dirigiré la palabra. Los asi

Cuento: MEDICOS de Sholem Aleijem

Un cuento tomado del libro Cuentos y monólogos de Scholem Aleijem —¿Sabría decirme, amigo, dónde vive el doctor Fainfínkelcroit? —¿Cómo? ¿El doctor qué? ¿Fainfinfain...? —Fainfínkelcroit. —¿Fainfínkelcroit? ¡Ah, eso es otra cosa! Fainfínkelcroit... Me suena. ¿Tiene que verlo a él, o podría ser otro? Aquí hay muchas de esas cosas, gracias a Dios. Aquí enfrente vive uno; mejor dicho, dos. Un médico y un dentista. Y tres casas más allá hay otro, muy bueno, aunque jovencito, recién salido del horno. Sin embargo, tiene bastante clientela. En este pueblo todos los médicos tienen clientela, porque hay muchos enfermos, gracias a Dios. ¿Cómo dijo que se llamaba ese doctor? ¿Finfainfin...? —Fainfínkelcroit. No es para mí... —¿Ah, para su esposa? Vaya allí, ¿ve? Hay un médico de señoras. Es decir, un médico partero. Dicen que es muy bueno. Un especialista. Ahora se usa; un médico distinto para cada especialidad: médico de estómago, médico de pulmones, de ojos, de los nervios, de niños... Y

Los cuentos, vagabundos

Cuento de Ana María Matute (España) Pocas cosas existen tan cargadas de magia como las palabras de un cuento. Ese cuento breve, lleno de sugerencias, dueño de un extraño poder que arrebata y pone alas hacia mundos donde no existen ni el suelo ni el cielo. Los cuentos representan uno de los aspectos más inolvidables e intensos de la primera infancia. Todos los niños del mundo han escuchado cuentos. Ese cuento que no debe escribirse y lleva de voz en voz paisajes y figuras, movidos más por la imaginación del oyente que por la palabra del narrador. He llegado a creer que solamente existen media docena de cuentos. Pero los cuentos son viajeros impenitentes. Las alas de los cuentos van más allá y más rápido de lo que lógicamente pueda creerse. Son los pueblos, las aldeas, los que reciben a los cuentos. Por la noche, suavemente, y en invierno. Son como el viento que se filtra, gimiendo, por las rendijas de las puertas. Que se cuela, hasta los huesos, con un estremecimiento sutil y hondo. Ha