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Mostrando entradas de septiembre, 2009

EL EXTRAÑO DEL PARQUE

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Erase que se era un hombre extraño que moraba en las calles dónde habitan las criaturas abandonadas del señor y al que tantos acudían por su intensa presencia de factura indescriptible, a confiarle sus penas y tribulaciones. En una mañana como esta, acudió a él un niño menesteroso en demanda de algo con qué aplacar el hambre de su madre y sus hermanos. Lo halló en la avenida, cerca de los bancos dónde comían las palomas, y con voz de sentida angustia le narró sus penas pidiéndole ayuda para remediarlas. —Seis hermanos tengo y otro por llegar, ha muerto mi padre por ir a robar. Mi madre gastada de tan mala vida, nos mira y solloza su hambre y la nuestra. Vendo estampitas, recorro vagones, pido unas monedas, canto en ocasiones, Adela mi hermana ofrece su cuerpo, Ricardo esta preso por una nimiedad, Roberto saca lustre a botas y zapatos, Cristina vende rosas en bares de moda, Clarita da besos a cambio de monedas, y Arturo va conmigo porque es muy pequeño, a veces lo cargo, la gente n

LA VENDEDORA DE CERILLAS

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Un cuento de Hans Christian Andersen   ¡Qué frío hacía!; nevaba y comenzaba a oscurecer; era la última noche del año, la noche de San Silvestre. Bajo aquel frío y en aquella oscuridad, pasaba por la calle una pobre niña, descalza y con la cabeza descubierta. Verdad es que al salir de su casa llevaba zapatillas, pero, ¡de qué le sirvieron! Eran unas zapatillas que su madre había llevado últimamente, y a la pequeña le venían tan grandes, que las perdió al cruzar corriendo la calle para librarse de dos coches que venían a toda velocidad. Una de las zapatillas no hubo medio de encontrarla, y la otra se la había puesto un mozalbete, que dijo que la haría servir de cuna el día que tuviese hijos. Y así la pobrecilla andaba descalza con los desnudos piececitos completamente amoratados por el frío. En un viejo delantal llevaba un puñado de fósforos, y un paquete en una mano. En todo el santo día nadie le había comprado nada, ni le había dado un mísero chelín; era hora de regresar a

ESA PUTA PUNTA FRIA- JUCECA

Otro cuento contado de Julio César Castro... Esta vez es un microcuento de su libro "Nadie Entiende Nada" Ir a descargar

CRISTINA MIRINDA CUENTA

Cristina Mirinda cuenta: "Romance de la Derivada Enésima y el Arcotangente" ¡Una Excelente Narradora y una divertida, insólita y original historia!

AMOR… ¡Ay el AMOR!

Hay veces que ciertos temas parecen rondarnos con insistencia, y entonces nuestra cabeza se llena de pensamientos al respecto, de historias conocidas, de sensaciones, de dudas. Justo ahora el tema que me ronda (seguramente a muchos de ustedes también) es el Amor…. ¡El Amor!, fuerza universal que nos penetra y nos trasciende, fuerza llena de misterio al que ni los mejores poetas han podido atrapar en sus metáforas, en sus canciones a la luna, a la noche, a la amada... Y no han podido porque ellos intentan descifrar al amor puro, amor sublime, y nosotros, simples mortales, experimentamos día a día el confuso espectro que va de la necesidad de amor, al amor verdadero que tiene poco de poesía y mucho de tarea. ¡Cuantas cosas confundimos con Amor! Amor le decimos a la necesidad de otro que nos mire y al hacerlo nos de identidad. O que siquiera marche a nuestro lado para no sentirnos tan solitarios. Amor le decimos a quien nos hace de reflejo grato. A quien creemos que nos completa, a ese ot

UNA MUERTE DIGNA

Este es un cuento de JUCECA (Julio César Castro ), exclente escritor y humorista Uruguayo a quien admiro profundamente. El cuento UNA MUERTE DIGNA ha sido publicado en el libro "Nadie entiende nada". Narradora: Ana Cuevas Unamuno. Los dejo para que disfruten..... Ir a descargar

EL QUIRQUINCHO MÚSICO

(Leyenda boliviana) Aquel quirquincho viejo, nacido en un arenal de Oruro, acostumbraba pasarse horas de horas echado junto a una grieta de la peña donde el viento cantaba eternamente. El animalito tenía una afición musical innegable. ¡Cómo se deleitaba cuando oía cantar a las ranas en las noches de lluvia! Los pequeños ojos se le ponían húmedos de emoción y se acercaba, arrastrando su caparazón, hasta el charco, donde las verdes cantantes ofrecían su concierto. -¡Oh, si yo pudiera cantar así, sería el animal más feliz del altiplano! - exclamaba el quirquincho, mientras las escuchaba extasiado. Las ranas no se conmovían por la devota admiración que les tenía el quirquincho sino que, más bien, se burlaban de él. -Aunque nos vengas a escuchar todas las noches hasta el fin de tu vida, jamás aprenderás nuestro canto, porque eres muy tonto. El pobre quirquincho, que era humilde y resignado, no se ofendía por tales palabras, dichas en un lenguaje tan musical, como su

EL CUENTO QUE TE CUENTO....

EL QUIRQUINCHO MÚSICO- LEYENDA AYMARÁ Narración: Ana Cuevas Unamun o

EL SUEÑO DE LA SIRENA

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Amara atraída por el canto de los pájaros asciende a la superficie como cada atardecer. Ninguna fluorescencia marina, ningún pez colorido le produce tanto gozo y tanta nostalgia de lo imposible como la luz de la luna reverberando sobre las olas y los cientos de lucecitas parpadeando sobre la montaña del templo, y las ventanas de las casas esparcidas sobre la tierra. Sentada sobre una roca se deja llevar por el titilar, hasta que sus ojos posados en la gran ciudad le cuentan de cosas que no ven, de sueños desconocidos, de ansias insatisfechas eternamente. El viento agita su cabellera que ondula en el espacio como alas de pájaro, la luna la tiñe de anhelos argentos que brotan en canto, en grito, en desgarro, un ruego. Amara roza con su mano las escamas de su cola de pez, y sus pechos hambrientos de caricias distintas, secas, terrosas, se estremecen frustrados, alejándose, si esto fuera posible, de la humedad constante que la envuelve

El secreto de la mariposa.

Roberta estaba tristísima porque Daniela su amiga del alma estaba muy enferma. Un mes atrás cuando Daniela faltó al colegio, Roberta pensó que seguro tenía gripe y pronto volvería. Le pidió a su mamá que la llevará a visitarla pero su mamá le dijo que mejor no, que había que dejarla descansar. Para ponerla contenta le escribió una cartita llena de sonrisas. Los días pasaron y como Daniela no volvía al colegio Roberta pensó que seguro tenía varicela. Ella la había tenido y se acordaba de las ronchas rojas que picaban mucho pero mucho y luego se curaban. — ¿Tiene varicela?— le preguntó a su mamá —No— le contestó su mamá y se fue a cocinar. Toda la semana faltó Daniela al colegio y también la siguiente semana, entonces Roberta se asustó y le preguntó a su mamá: — ¿Daniela se mudó a otra parte? Su mamá se sentó a su lado, la abrazo con cariño y despacito le contó: —No mi amor, no se mudó, pero está muy, pero muy enferma, por eso quizás no pueda volver al colegio. — Va a v

Audicuento: Las ranas

Narradora: Ana Cuevas Unamuno

LA PROHIBICIÓN

En el país de Acá, antes que llegasen los conquistadores nadie tomaba Licor porque el Licor no existía. Ellos lo trajeron, y como nuestra tierra era buena para cultivar y hacer mucho buen Licor se la quedaron sin echarnos. Nos dejaron seguir trabajándola si lo hacíamos como ellos querían y les dejábamos lo cosechado. Algunos no quisieron y los mataron, otros se fueron para no morir y muchos sin saber qué hacer, asustados y cansados de llorar, se quedaron. De esto hace mucho tiempo. Fue antes que naciera el abuelo de mi papá. Cuando yo nací ya vivíamos aquí y el tirano era tirano, por eso yo no sabía que antes era distinto y creí que era así como tenía que ser. A mí gustaba mucho el Licor. A casi todos nos gustaba, quizás porque de tanto fabricarlo le tomamos costumbre, o porque cada mes nos pagaban con vales y botellas… Cierto que las peleas violentas, los destrozos y la desidia también eran costumbre en ocasiones. Es que el Licor a veces se sube a la cabeza y daña los controles de